Sin lugar a dudas, el instinto es el que determina que las aves construyan el nido que necesitan para depositar e incubar sus huevos, y eso ocurre de una forma distinta en cada variedad de ellas.
Pero también hay mucho de inteligencia en la forma en que cada ave en particular encara la tarea. Por ejemplo, al elegir el lugar exacto para construirlo, o los materiales a emplear (teniendo en cuenta la disponibilidad de estos en la zona), o el procedimiento específico a llevar a cabo, o las decisiones a tomar en ese momento.
Aquí vemos el notable trabajo de una golondrina, transportando en su pico el barro que emplea como argamasa en su obra y cuidando que la paja empleada quede adecuadamente colocada.
Y debemos recordar que existen variedades de aves que construyen nidos aún más espectaculares y con una ingeniería mucho más elaborada.
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