Pese a no tener manos como sí las tiene su amiga humana, y por ende verse obligado a recurrir exclusivamente a su largo hocico, este perro demuestra que es muy bueno en el juego de Jenga, uno en el que se requiere una gran dosis de habilidad manual y mucha concentración.
Es realmente notable la forma en que se esmera para extraer cuidadosamente las piezas de madera sin que se derrumbe la torre, demostrando haber comprendido perfectamente la esencia y objetivo del juego.
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